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Entrevista exclusiva|Marcos Radosh sobre La Muerte en El Hilador

“La Muerte no es un monstruo. Es un espejo.”

Así la interpreta Marcos Radosh, actor mexicano que ha dado vida –o más bien muerte– a uno de los personajes más simbólicos, complejos y conmovedores del teatro contemporáneo: La Muerte en El Hilador, obra escrita y dirigida por Verónica Maldonado. Una puesta en escena que no solo cuestiona el destino, la pérdida y el amor, sino que lo hace desde una estética profundamente emotiva y poética.



¿Quién es Marcos Radosh?


Marcos Radosh amame trans mx

Egresado del Centro Universitario de Teatro (CUT) de la UNAM, Marcos Radosh ha desarrollado una carrera sólida en teatro físico, clown y dramaturgia contemporánea. Su formación lo ha llevado a construir personajes desde el cuerpo y el silencio, y eso lo convierte en la elección perfecta para un papel como el de La Muerte en El Hilador. Ha trabajado bajo la dirección de grandes figuras del teatro mexicano, y ha sido reconocido por su capacidad de transmitir emociones intensas sin necesidad de palabras.



¿Qué es El Hilador?


El Hilador es una obra delicada, poética y poderosa sobre los hilos que tejen la vida, el amor y la muerte. La historia entrelaza el destino de tres personajes principales con una figura muda pero omnipresente: La Muerte. En esta versión escénica, la Muerte no habla, pero lo dice todo. Es quien observa, acompaña, y finalmente recoge los hilos de cada vida con ternura y solemnidad. No es una villana, sino una presencia inevitable, hermosa y aterradora a la vez.



Entrevista exclusiva para Amame Trans MX: Marcos Radosh en El Hilador

Marcos Radosh amame trans mx

Interpretar a la Muerte siempre implica una carga simbólica poderosa, pero en El Hilador, tu personaje parece tener un trasfondo casi poético.


¿Cómo construiste una Muerte que no solo aterra, sino que también provoca reflexión?

“La Muerte en El Hilador fue construida desde el cuerpo y la emoción. No habla, no tiene rostro, pero sí tiene alma. Me enfoqué en usar el lenguaje del clown y del movimiento para hacerla accesible, casi entrañable. El vestuario diseñado por Sara Salomón también jugó un papel clave: amplifica la presencia sin necesidad de palabra. La intención era provocar una mirada distinta: que al verla, el público no se alejara, sino que se acercara a ella con reflexión y hasta ternura”.


¿En qué momento dejaste de ver a la Muerte como antagonista y empezaste a verla como una figura necesaria para el equilibrio de la historia? ¿Qué descubriste de ti mismo interpretándola?

”Desde el primer ensayo supe que no era una antagonista. La Muerte no interfiere ni juzga, solo acompaña y observa. Me ayudó a cambiar mi percepción personal: dejé de temerle y empecé a entenderla como parte del equilibrio universal. Lo más fuerte fue descubrir que al interpretarla noche tras noche, yo mismo me reconcilié con la idea de finitud. Me dejó pensando más en cómo quiero vivir, que en cómo voy a morir”.


Tu cuerpo, tu voz, tu energía: todo en escena habla antes que el diálogo. ¿Qué decisiones físicas tomaste para que la Muerte tuviera presencia incluso en el silencio?

“Mi inspiración fue Buster Keaton y el lenguaje del teatro físico. Usé movimientos lentos, suspendidos, como si La Muerte caminara en otra dimensión. Cada gesto debía tener un peso emocional: no solo estar, sino habitar la escena. La música, la luz y el vestuario acompañan, pero el cuerpo es el que respira por el personaje”.

Marcos Radosh amame trans mx

La Muerte en esta obra parece tener una relación íntima con el destino y el dolor. ¿Qué te enseñó este personaje sobre el sufrimiento humano y la forma en que lo afrontamos?

“Entendí que el dolor es parte del tejido de la vida. No se puede evitar, pero sí acompañar. La Muerte, en esta obra, no arrebata: espera. Respeta el proceso humano. Y me enseñó eso también como persona: que no hay prisa, que incluso el dolor tiene ritmos que debemos aprender a escuchar”.


Muchos actores le temen a los personajes tan simbólicos por el riesgo de caer en la caricatura. ¿Cómo lograste humanizar una figura tan universal sin perder su misterio ni su poder?

“Me concentré en lo contrario: en quitarle el terror. No quería que fuera una calavera ni un monstruo, sino alguien que también puede sentir. Una figura que, aunque no tiene voz, tiene emociones. Por eso hay momentos en los que se le ve jugar, mirar con curiosidad o incluso sufrir. Eso la hace humana, sin dejar de ser eterna”.


Después de encarnar a la Muerte noche tras noche, ¿sientes que tu visión sobre la vida cambió? ¿Hay algo que te resuene profundamente después de quitarte el vestuario?

“Totalmente. Me siento más presente, más conectado con el aquí y ahora. Al quitarme el vestuario siento una especie de agradecimiento: por seguir vivo, por poder contar historias. La muerte me enseñó a valorar el teatro como un acto de vida. Y a no dejar cosas pendientes”.



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El Hilador

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Y mientras los hilos del destino se entrelazan en escena, La Muerte –en manos de Marcos Radosh– nos recuerda que también en el silencio hay belleza.

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