
“10, La Gira Perfecta”: Susana Zabaleta y Rodrigo de la Cadena seducen con bolero, humor y orgullo en el Metropólitan
- Diego Loyola Mx
- 20 jun
- 2 Min. de lectura
Una noche donde el romanticismo se apoderó del Teatro Metropólitan fue lo que regalaron Susana Zabaleta y Rodrigo de la Cadena en el arranque de 10, La Gira Perfecta, una experiencia musical dedicada al bolero tradicional que se vivió con lleno total y ovaciones constantes.

Boleros que nunca pasan de moda
El espectáculo comenzó puntualmente a las 8:40 de la noche en uno de los recintos más icónicos del país. El repertorio incluyó joyas del cancionero latinoamericano como “Contigo aprendí”, “Historia de un amor” y “Bésame mucho”, interpretadas con una profundidad emocional que conquistó a todos los asistentes.
Zabaleta, ganadora del Premio Mundial del Bolero 2024, derrochó presencia escénica, carisma y potencia vocal, mientras Rodrigo —fiel a su apodo de “El Último Bohemio”— combinó el virtuosismo en el piano con interpretaciones apasionadas que tocaron el alma.

Entre homenajes y química sobre el escenario
Uno de los momentos más emotivos fue el homenaje que Rodrigo hizo al maestro Armando Manzanero, a quien recordó como el impulsor de esta mancuerna artística:
“Fue Manzanero quien nos dijo: ‘Ustedes dos deben hacer algo juntos’. Hoy, su deseo se materializa en cada canción que compartimos”, expresó Rodrigo en una entrevista previa al show.
La complicidad entre ambos artistas fue evidente. Risas, miradas cómplices y guiños al público marcaron una noche donde el amor en todas sus formas fue protagonista.
Matías Gruener, joven revelación como telonero

La sorpresa de la noche fue Matías Gruener, un cantautor de apenas 19 años que abrió el concierto con temas de su autoría, destacando “Verde y Azul”. Su presentación íntima y honesta logró conectar con el público y preparar el terreno para una velada de nostalgia, elegancia y emociones sinceras.
Un viaje por la emoción, el orgullo y la bohemia
Más que un concierto, 10, La Gira Perfecta fue una celebración del bolero como lenguaje universal del amor.

El montaje sobrio, la iluminación cálida y los arreglos orquestales en vivo redondearon una noche que quedará en la memoria del público capitalino.