
‘Sauna’, un retrato íntimo de las tensiones queer y la masculinidad trans
- Amame Trans

- 21 abr
- 2 Min. de lectura
El cine danés da un paso valiente hacia la representación de las identidades trans y queer con Sauna, el primer largometraje del director Mathias Broe. La cinta, que tuvo su debut en el Festival de Sundance, ofrece una mirada profunda y agridulce sobre el deseo, el privilegio, y los contrastes que habitan incluso dentro de la diversidad.

La historia sigue a Johan (Magnus Juhl Andersen), un joven cisgénero que trabaja en una sauna en Copenhague. Su vida ha sido relativamente cómoda: blanco, atractivo y acostumbrado a moverse en espacios donde su identidad nunca ha sido cuestionada. Todo cambia cuando conoce a William (Nina Rask), un hombre trans que ha tenido que enfrentarse, desde su cuerpo, a las resistencias del mundo masculino. El encuentro entre ambos desata una relación tan compleja como honesta, donde el deseo se mezcla con la incomodidad, el descubrimiento y los límites del entendimiento mutuo.
Lo que podría parecer, a primera vista, una historia de amor, se convierte en un ejercicio emocional sobre la diferencia. La película se adentra en esas conversaciones incómodas —pero necesarias— que atraviesan a la comunidad queer: ¿cómo nos relacionamos entre nosotres cuando nuestras vivencias son tan distintas? ¿Qué lugar tiene el privilegio dentro de lo diverso?
Basada en una novela de Mads Ananda Lodahl y adaptada por el propio Broe junto a William Lippert, la cinta no busca dar lecciones, sino poner sobre la mesa las tensiones que surgen al habitar cuerpos e historias dispares. Johan, aunque abiertamente gay, no tiene las herramientas emocionales ni políticas para entender del todo a William. Su ignorancia se manifiesta en momentos torpes, como cuando pregunta sobre procesos hormonales sin entender lo invasivo que puede ser ese gesto. Pero no hay villanos ni mártires aquí: hay seres humanos tratando —a veces sin éxito— de conectar.

Uno de los elementos más potentes de Sauna es cómo retrata la intimidad. Las escenas sexuales entre Johan y William están filmadas con honestidad y sin voyeurismo. No se trata solo de atracción, sino de una vulnerabilidad cruda, donde los cuerpos se muestran tal como son, sin filtros, en búsqueda de un refugio emocional. La fotografía de Nicolai Lok resalta esta cercanía con una luz suave, sensual, casi táctil.
Conforme avanza la historia, la relación entre ambos se desmorona. Johan, que viene de un entorno superficial y normado, entra en crisis al enfrentarse con un mundo que le exige más conciencia. La película introduce algunos giros que pueden parecer abruptos, como un pasaje relacionado con el trabajo sexual, pero que siguen aportando a la exploración de las decisiones y contradicciones que viven los personajes.
Sin duda, el corazón de la película lo sostiene la actuación de Nina Rask. Su interpretación de William es delicada, poderosa y real. La comediante y actriz trans entrega una performance que se siente vivida, que nos recuerda cuán agotador puede ser existir en un mundo que no siempre te quiere ver.
Sauna no busca respuestas fáciles. Más bien, abre preguntas importantes sobre cómo habitamos nuestros cuerpos, cómo nos miramos entre nosotros y cómo, incluso dentro de la comunidad, es urgente seguir hablando de privilegio, poder, y empatía.







